Los que hemos nacido en el siglo pasado, nos educamos en una sociedad que no era tan exigente con sus ciudadanos. Hoy en día, esa misma sociedad exige que sus nuevos integrantes cuenten con capacidades, como conocer y manejar las Tecnologías de la Información y Comunicación (TIC) sin discriminación de la profesión u oficio que ejercen o realizan. ¿Qué quiere decir esto? Quiere decir que no importa si eres profesor, médico, abogado, ingeniero, carpintero, constructor, etc; todos debemos tener conocimiento y manejo de la tecnología, no sólo para conseguir un trabajo; también para ayudar a nuestros hijos con las tareas de la escuela o simplemente realizar actividades de la vida diaria como acudir a un cajero automático para realizar transacciones bancarias.
Por esta razón es tan importante la labor que se realiza en la escuela a través de los maestros. La escuela es el centro donde se complementa la formación de un futuro ciudadano, la escuela se convierte en un segundo hogar, por ello el trabajo y responsabilidad final es compartido con la familia. Sin embargo, no basta con el compromiso escuela – hogar, si los maestros no asumimos con verdadera vocación el reto que nos plantea el conocimiento y uso de las TIC, adecuarnos a los cambios, con mucha predisposición es la primera exigencia; encontrar las mejores estrategias para enseñar a nuestros alumnos usando todas o alguna de ellas, es la segunda exigencia y la tercera es enfrentarlas con todas las armas que tenemos y que adquirimos en las universidades, institutos o las que nos dio la propia experiencia. Esto último nos dirá de qué madera estamos hechos realmente.
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